¿podemos decir NO?

Durante el día recibimos multitud de órdenes directas e indirectas. Imperativos emitidos desde sujetos, a menudo indeterminados, invocando el Bien, la Salud, el funcionamiento de la Economía y la Sociedad, etc. Se ha reducido tanto el margen para poder ejercer nuestra libertad individual que, hoy, decir: "Preferiría no hacerlo"*, es un acto de valentía y rebelión casi impensable. Se hace necesario, por tanto, volver a pensar en decir NO para salir del rebaño y correr libremente por el campo.

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*Frase recurrente del protagonista del relato de Melville "Bartleby, el escribiente"

Significarse

Pasaba mucho tiempo personalizando las cosas, el teléfono, la cuenta en las redes sociales, la apariencia de menús y ventanas del ordenador, etc. Tomaba un montón de micro decisiones, aparentemente libres, que no llevan a ningún lado. Eso pensaba en el atasco, escuchando su lista de reproducción personalizada, mientras se dirigía al trabajo que permite que haya movimientos en la página de su cuenta bancaria. Le dieron ganas de parar en el arcen, bajarse del coche, gritar, hacer alguna cosa que no fuera una opción de ningún menú, querría hacer por fin algo imprevisto, significarse.

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Encrucijada

El azar cruzó sus caminos. Quedaban en bares de moda, tras un anodino intercambio de cortesías charlaban sobre sus aburridas vidas y el incierto futuro de sus hijos hasta que la chispa del deseo los arrastraba hacia los lavabos. Allí, en la estrechez y la urgencia, se producía la explosión. Después cada uno recogía sus pedazos de los que siempre faltaba alguno. Esta vez sucedió algo imprevisto, a uno de ellos, no sé a cuál, se le escapó un "te quiero" que quedó flotando sobre la porcelana brillante del inodoro. Cada uno se fue por su lado, no volvieron a verse.

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Fotografía de Edward Burtynsky vista aquí.